11 feb 2009

Abramos nuestras puertas

"Cuenta una historia que un hombre es atormentado por un sueño recurrente. Este hombre se encuentra atrapado en una habitación; es incapaz de abrir la puerta y escapar.
Registra la habitación en busca de la llave, pero nunca puede encontrarla. Con todas sus fuerzas intenta abrir la puerta, pero ésta no se mueve en lo más mínimo.

No hay ninguna manera de salir de la habitación excepto a través de la puerta que él mismo no puede abrir. Está atrapado y tiene miedo.

En una sesión con su analista el hombre se refiere a este sueño, el cual ha estado atormentándole durante años. El analista atiende cuidadosamente al relato del sueño, prestando atención a todos los detalles, e indica que quizás la puerta se abre en la dirección opuesta.

Cuando tiene este sueño de nuevo, el hombre recuerda dicha sugerencia y descubre que la puerta gira hacia dentro sin resistencia alguna".

Hoy en día mucha gente tiene esa sensación de estar atrapada, de estar encerrada en una vida que ya no parece ser satisfactoria.
Sintiendo un sentimiento de silenciosa desesperación y mantenido a distancia a través de una actividad mental constante o de remedios milagrosos.

¿Quién de entre nosotros no ha sentido alguna vez la necesidad de escapar hacia una nueva vida, liberándose con un nuevo y poderoso amante o imaginándonos que ganamos la lotería?.
Algunos de nosotros nos pasamos la vida esperando, esperando a que pase algo y que ese cambio venga de afuera. La felicidad es un estado mental y los cambios, como niveles de maduración del ser, se dearrollan desde adentro hacia fuera.
Son estados internos de consciencia al igual que los avances que uno logra con un mayor nivel de conocimientos.

Todos ambicionamos la felicidad, pero la mayoría de nosotros la buscamos en otras personas, en el trabajo, o en las actividades meramente ociosas. Mientras envejecemos nuestros sueños se desvanecen lentamente. Vamos convirtiéndonos en personas menos idealistas, más pragmáticas. Nos conformamos con lo que tenemos y tratamos de ser filosóficos en relación a esos sueños que nunca se cumplieron, o que sí se cumplieron pero resultaron estar vacíos de la promesa que en otro tiempo habían guardado.

En su mayoría nuestras vidas se van asentando sobre moldes previsibles, y mientras tanto lo único que hacemos es contemplar tristemente nuestros sueños rotos o vacíos.
Hay un poema de apertura, llamado "La Puerta", donde el poeta e inmunólogo checo Miroslav Holub, nos incita a tener el valor de contemplar nuestras vidas con nuevos ojos.

Ve y abre la puerta. Quizás afuera haya un árbol, un bosque, un jardín, una ciudad mágica.
Ve y abre la puerta. Quizás haya un perro hurgando. Quizás veas una cara, o un ojo, o la imagen de una imagen.
Ve y abre la puerta. Si hay niebla, se despejará.
Ve y abre la puerta. Aunque no haya nada más que el tictac de la noche, aunque no haya nada más que el sordo aire, aunque no haya nada, ve y abre la puerta. Al menos hará viento.

La puerta de la que el poeta habla es la puerta que se abre hacia dentro para revelar nuestras necesidades más profundas al igual que nuestras más elevadas aspiraciones. La meditación es un modo de abrir esa puerta. Al abrirla, damos el primer paso en el "sueño" del despertar que, a través de la historia, ha sostenido la imaginación de la humanidad. Es un sueño sin final predeterminado, es una aventura -la aventura de recreamos, de reconvertimos-. Es el gran mito humano del trascenderse a uno mismo.
Fuente:
Centro de Budistas de México

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