21 jul 2009

El Ojo de Horus - Los Misterios Egipcios Parte 2



Parte 2 (La parte 1 esta mas abajo en este blog)

De entre los misterios egipcios sobresalen, posiblemente por el conocimiento que de ellos tuvieron los filósofos griegos que viajaron a Egipto, los relacionados con el mito de la muerte de Osiris y su resurrección mágica gracias a los poderes de su esposa Isis.

Los misterios de la muerte y la resurrección de Osiris constituían unas enseñanzas iniciáticas que se desarrollaban en las Casas de la Vida. Eran recibidas, envueltas en el sigilo y el secreto, por grupos de adeptos que después de haber probado que eran merecedores de ello por sus cualidades morales y personales eran instruidos en esos legendarios conocimientos que nos hablaban de la vida después de la muerte. El origen de los antiquísimos cultos mistéricos egipcios se remonta a unos tiempos en que estos hombres, todavía, ni siquiera habían llegado a conocer la escritura. De acuerdo con estas enseñanzas iniciáticas, del mismo modo que Osiris, tras su pasión y muerte, fue resucitado y glorificado por la magia de Isis, también los iniciados en los misterios tenían la esperanza de que el hombre, cuando le llegase la muerte, habría de renacer de nuevo y transfigurarse en Dios.

Los conjuros, ritos y creencias que se plasman en el "Libro de los Muertos", que en buena parte recopilan anteriores escritos procedentes de los "Textos de las Pirámides" y de los "Textos de los Sarcófagos", no pretenden, en suma, sino ayudar al difunto, iniciado en los misterios, a superar las trabas que habrá de vencer en el proceso de glorificación que le han de permitir transformarse en un espíritu de Luz.

Los antiguos egipcios nos han dejado algunas referencias que nos hablan de la creencia, propia, sin duda, solamente de los círculos de iniciados en los misterios, de que el hombre es Dios no solo en el más allá, tras superar el proceso de glorificación que antes hemos apuntado, sino también aquí, en nuestro mundo inferior. Existen, en ese sentido, algunas inscripciones que nos sugieren que los textos mágicos eran ofrecidos a círculos de iniciados que tenían oportunidad de acceder en vida a unos conocimientos sagrados de gran trascendencia. François Daumas (2) cita a un personaje que buen conocedor de las cuestiones teológicas parece aludir en su biografía a las enseñanzas iniciáticas a las que habría tenido acceso. El individuo, un tal Paheri El Kab, que nos habla de un modo ciertamente sibilino, para no traicionar la obligación que tiene de guardar secreto, nos dejó escrito lo siguiente:

"He sido puesto en la balanza. He salido de ella examinado, intacto, salvado. Yo iba y venía, con las mismas cualidades en mi corazón. No he dicho mentiras contra nadie, pues conocía al Dios que está en el hombre, estaba perfectamente instruido y sabía distinguir esto de aquello. He cumplido con todas las cosas con arreglo a las palabras."

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