Hay dos maneras de difundir la luz, ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja". Lin Yutang
13 jul 2010
Thich Nhat Hanh- La Enegia del hábito
Nuestro comportamiento, en muchas ocasiones, escapa a nuestro control, lamentablemente, lo sabemos. Habremos experimentado, quizás con demasiada frecuencia, que cuando más empeñados estamos en hacer las cosas mejor, en dejar de de causar sufrimiento, sin saber cómo, salta nuestra agresividad, de forma inexplicable, como un tigre, y ¡ zas... !, damos el zarpazo a quien mas queremos, tal vez, con palabras que se clavan como cuchillos, o con silencios despectivos que abren abismos oscuros de soledad. Después, la rabia, el desprecio de mi mismo, hasta el llanto, quizás. ¿Qué ha pasado aquí?. ¿A qué responde mi actitud ?. ¿De qué han servido mis deseos, mis firmes deseos, de no volver a las andadas, de no causar más sufrimiento ?.
Almacenado en el archivo oculto de las memorias negativas de nuestro subconsciente, en ese indeseable archivo de las experiencias nefastas, vividas desde nuestra infancia, o antes, hay algo incontrolado en mi que causa daño a otros. “Nuestras pecados ocultos envenenan el aire que otros respiran...” (Bernanos).
Thich Nhat Hanh, monje vietnamita, lo llama “energía del hábito” y nos enseña a liberarnos de esta energía negativa, enfrentándonos a ella, desde la simplicidad, la serenidad y la plena consciencia:
“Vasana” es una palabra sánscrita que significa “energía del hábito”. Cada uno de nosotros tiene en él las energías del hábito y ellas nos obligan a hacer las cosas que no queremos hacer; nos obligan a decir las cosas que no queremos decir y que provocaron mucho daño, en nosotros mismos, en otras personas y en nuestras relaciones.
Vuestra inteligencia está lo bastante desarrollada como para deciros que, si hacéis esto, crearéis sufrimiento; si decís esto, crearéis sufrimiento, y a pesar de todo, lo hacéis, lo decís. Después de haberlo hecho o dicho, el mal queda hecho y lo lamentáis. Os golpeáis el pecho, os arrancáis los cabellos, decís: “La próxima vez, no haré ni diré nada parecido”. Sois muy honestos, sois muy sinceros. Pero la próxima vez, cuando la situación se presente, volveréis a hacer lo mismo, volveréis a decir lo mismo; y esto es la energía del hábito. Esta energía del hábito puede haberos sido transmitida por vuestros padres o ancestros, y es por esto que la respiración en plena consciencia os ayuda a reconocer esta energía cuando os invade.
Es muy importante. No hay que combatir esta energía del hábito; es suficiente reconocerla como a ella misma y sonreírla. Así está muy bien: “Hola, mi energía del hábito, sé que estás ahí, no me puedes hacer nada”. Y le sonreís y entonces sois libres. Es una protección maravillosa y es por esto que digo que la plena consciencia es la energía de Dios, la energía del Buda que nos protege. Cada día, practicamos un poco de caminar en plena consciencia, de respiración en plena consciencia y tenemos esta energía para nosotros, esta energía que nos protege. Es muy importante.
Cuando la energía del hábito comienza a manifestarse, continuad simplemente respirando, reconocedla y decid: “Hola, mi energía del hábito, sé que estás ahí. Soy libre. No vas a obligarme a hacer lo que no quiero hacer. No vas a obligarme a decir lo que no quiero decir.” Y ahora reaccionáis de manera diferente. Creáis una buena “energía del hábito” para reemplazar la mala energía del hábito y nuestra relación con la o las otras personas es muy importante para nuestra felicidad.
A veces somos desconsiderados a causa de la energía del hábito. Deberíamos tratarnos con mucho respeto, mucha ternura y compasión. Es muy importante tratar a nuestro cuerpo con el más grande respeto, con comprensión, con compasión. Si sabéis cómo tratar vuestro cuerpo y vuestros sentimientos con tal respeto, seréis también capaces de tratar a otra persona con el mismo respeto y es de esta manera que construiremos la paz. Creamos la libertad y la liberación y la felicidad en el mundo y cada uno de nosotros puede hacerlo. Esto no exige más que un pequeño entrenamiento y, si tenéis un amigo que conozca la práctica, tenéis muchas oportunidades de sosteneros mutuamente, cultivando, cada vez más, esta energía llamada plena consciencia, caminar en plena consciencia, respirar en plena consciencia, comer en plena consciencia.
La energia del habito no es otra cosa que vivir en completa observacion de todos nuestros actos, sin entrar en dilemas solo observarnos.
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