2 ago 2013

Combinacion de alimentos



La ciencia que nos habla sobre la combinación de los alimentos se llama trofología.

La idea occidental de una “dieta equilibrada” resulta simplista, superficial y a veces, para algunas personas, inadecuada. Los mé­dicos occidentales recomiendan a todo el mundo que “tome un poco de todo en cada comida”, mezclando elementos tan dispares como la carne, la leche, féculas, grasas y azúcar. Un consumo de comida tan in­discriminado no es muy distinto a llenar el depósito de un automóvil con una combinación de gasolina, gasoil, alcohol y azúcar. Una mezcla así no podrá arder eficazmente, proporcionará poca potencia y no tardará en atascar el motor hasta tal punto que le será imposible seguir fun­cionando.

En Oriente, en la antigüedad, se sabía de la importancia de una correcta combinación de los alimentos. Esta sabi­duría también la poseyó en otro tiempo Occidente, como lo demuestra la estricta norma mosaica de que nunca se debe consumir carne y leche en la misma comida.

La enseñanza de la medicina en Occidente deja mucho que desear en cuestión de nutrición, si bien actualmente existen en América y en Europa unos cuantos científicos nutricionales que, a pesar del desdén de sus colegas de la clase médica, están realizando grandes adelantos en la ciencia de la trofología.

El equivalente científico occidental del equilibrio de energías en las combinaciones de alimentos es algo que todos aprendimos en la escuela en las clases de química elemental: el equilibrio ácido/básico, o “ph”. Todos sabemos que, si añadimos una medida de ácido a una medida igual de álcali, la solución química resultante es tan neutra como el agua corriente. De ahí la idea de tomar bicarbonato (una sustancia muy alcalina) para aliviar la “acidez” de estómago.

Está científicamente comprobado por la medicina occidental que para iniciar la buena digestión de cualquier proteína animal concentrada, el estómago debe secretar pepsina. Pero también está demos­trado que la pepsina sólo puede actuar en un medio sumamente ácido, que debe mantenerse durante varias horas hasta la completa digestión de las proteínas. Otro hecho igualmente comprobado por la ciencia es que, cuando masticamos un pedazo de pan, de patata o de cualquier otro hidrato de carbono/fécula, las glándulas salivales segregan de in­mediato ptialina y otros jugos alcalinos. Después de tragada, la fécula alcalinizada necesita hallar en el estómago un medio alcalino para acabar de ser digerida por completo.

Todo el mundo puede comprender lo que ocurre, pues, cuando se ingieren simultáneamente féculas y proteínas. El estómago, en respuesta a la presencia de las proteínas y las féculas, segrega al mismo tiempo jugos ácidos y alcalinos que se neutralizan entre sí y dejan una solución acuosa incapaz de digerir correctamente ni una cosa ni otra. Lo que sucede a continuación es que las proteínas se pudren y las féculas fermentan, debido a la constante presencia de bacterias en el canal digestivo.

La putrefacción y la fermentación son las causas principales de todo tipo de problemas digestivos, como gases, ardor, hinchazón, estreñi­miento, heces fétidas, hemorroides sangrantes, colitis y demás. Muchas de las llamadas “alergias” son también consecuencia directa de la mala combinación de los alimentos: la corriente sanguínea absorbe toxinas de la masa fermentada y putrefacta que llena los intestinos, y estas toxi­nas a su vez provocan erupciones, urticaria, dolores de cabeza, náuseas y otros de los síntomas que habitualmente se catalogan como “alergias”.

Los mismos alimentos capaces de desencadenar una reacción alérgica cuando están incorrectamente combinados muchas veces no producen ningún efecto nocivo cuando se consumen de acuerdo con las leyes de la trofología. La cuestión se reduce a lo siguiente: cuando inmoviliza su estómago y perturba sus funciones digestivas con el consumo de ali­mentos indiscriminadamente combinados, las bacterias del canal diges­tivo se dan una fiesta. Aprovechan todos los nutrientes y se multipli­can, mientras usted se queda con los desechos y padece.

Según un reciente estudio llevado a cabo en los Estados Unidos, el varón norteamericano medio de hoy lleva en sus intestinos más de dos kilos de carne roja en putrefacción y sin digerir. Deje un par de kilos de carne en un lugar húmedo, caliente y oscuro durante unos cuantos días y comprueba los resultados de la putrefacción. El estado gravemente séptico del tracto intestinal humano constituye un caso único en la naturaleza, y aun así los médicos occidentales lo toman como normal e incluso insisten en que resulta inofensivo para el resto del organismo.

La realidad es otra. A fin de protegerse de la irritación tóxica cró­nica causada por las comidas mal combinadas, el colon segrega grandes cantidades de mucosidad para envolver las partículas tóxicas antes de que dañen su sensible mucosa. 

Cuando esto sucede en todas las comidas, todos los días, todas las semanas del año (como es lo habitual en las modernas dietas occidentales) el colon termina segregando un flujo constante de moco, que se acumula y se incrusta en los pliegues del colon. Esto produce una reducción de la luz del colon y un constante filtrado de toxinas al torrente sanguíneo, por osmosis. Cuando la incrustación de mucosidades tóxicas en el colon alcanza una presión crítica, produce una bolsa que se hincha como un globo hacia el exterior, provocando lo que se llama una diverticulosis. La colitis y el cáncer son las siguientes etapas de deterioro del colon debido a estas condiciones.

Aquí exponemos el aspecto práctico de la trofología mediante algunos ejemplos concretos de combinación de alimentos. Las combinaciones enumeradas en esta página incluyen la mayor parte de los “crímenes culinarios” contra la ley de la naturaleza que se cometen a diario en todo el mundo.

FUENTE: Paginas de las vida

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