25 abr 2016

Economía Budista: una aproximación espiritual a los asuntos económicos

Los fundamentos filosóficos que caracterizan la economía budista suponen una crítica frontal al modelo de economía moderna occidental. Ideas tan extendidas como “el crecimiento es bueno” o “más es mejor” son descartadas claramente por insostenibles
 La economía budista tiene en cuenta las necesidades humanas y sus limitaciones, proponiendo un control sobre el ansia de querer siempre más. La finalidad es alcanzar un verdadero desarrollo del ser humano en todas sus dimensiones, como ser individual cuya acción va mucho más allá del mero consumo, que actúa en comunidad y se hace responsable de su entorno
El primer economista que propuso crear una economía basada en los fundamentos budistas fue E. F. Schumacher en el año 1956, que publicó sus ensayos en su obra “Lo pequeño es hermoso”. Schumacher fue a Birmania como miembro del consejo de carbón británico para aconsejar al país en la adopción de un crecimiento al estilo oriental. Tras pasar un tiempo sumergido en las costumbres del país, y entender sus máximas, se dio cuenta de que la economía occidental podría incorporar ideas del budismo para promover un crecimiento más sostenible y respetuoso con la naturaleza, que a la vez pudiese brindar al ser humano el completo desarrollo de sus facultades.
Antes de que rechacen a la economía budista por considerarla un simple sueño nostálgico, quizás aceptarían considerar si es que el camino del desarrollo económico descrito por la economía moderna puede conducirles a los lugares donde ellos realmente desean estar” E. F. Schumacher

El interés individual, el sufrimiento y los deseos

La economía occidental se centra en el interés individual. En cambio la economía budista desafía este concepto con la idea de la inexistencia de un ego permanente. Esto quiere decir que todo lo que uno percibe con sus sentidos trasmite una falsa idea de un “yo” inherente y real. Esto deriva inevitablemente en que se desarrolle una idea de “lo mío”, siendo esta la base del comportamiento egoísta.
El egoísmo no se considera producto de la maldad sino que es un error consecuencia del desconocimiento de la esencia real de las cosas. Es por esto que el ser humano tiene que desapegarse de este sentimiento. La economía basada en el interés personal y con un enfoque oportunista y materialista está condenada al fracaso. En contrapunto proponen promover la generosidad, ya que el ser humano es un actor cooperador motivado por mejorar su entorno. Los individuos y colectividades que cooperan sobreviven, prosperan y funcionan.
El segundo factor que diferencia ambos conceptos es la búsqueda de maximización de beneficios, mientras que la budista enfatiza la importancia de minimizar el sufrimiento. La manera de minimizar el sufrimiento es promoviendo la simplificación de los deseos, de manera que se calme el ansia consumista y materialista y la frustración que conlleva el querer siempre más y lo mejor. Una vez las necesidades básicas del hombre están cubiertas (comida, ropa, refugio, medicinas) el resto de necesidades materiales debe ser minimizado.

El mercado y el desarrollo económico

La visión del mercado y el crecimiento también dista en ambas visiones. Los enfoques occidentales tienen como objetivo maximizar los mercados hasta el punto de saturación mientras la economía budista tiene como objetivo minimizar el daño.  Tienen en cuenta actores primordiales como las futuras generaciones, el medio ambiente y los pobres, que no están correctamente representados porque no gozan del mismo poder que los actores más poderosos y ricos. Es por ello que el mercado no es imparcial y no es representativo de la economía. El concepto de Ahimsa (no cometer acciones que puedan ocasionar daño a uno mismo o a los demás) urge a encontrar soluciones de una manera colectiva y participativa.
Desde el punto de vista budista, no hay nada negativo en el progreso económico, a no ser que ese progreso económico promueva el apego a los bienes materiales y la avaricia. El crecimiento económico que conlleva una reducción de sufrimiento es bienvenido, ya que alivia los efectos negativos de la pobreza. Lo que importa en este caso es la manera en que se genera la riqueza, si ésta se genera a través de un trabajo digno y respetuoso donde se fomenta la confianza, permite a los individuos tener una seguridad económica y poder estar libres de deudas, cuidar de sí mismos y de su comunidad. Esto lleva a desincentivar la maximización de beneficios como fin en sí mismo e impulsar la importancia de la producción a pequeña escala, local, adaptable y sostenible.

Economía enfocada en promover el bienestar
Una economía budista considera que el consumo es un medio para el bienestar humano. El objetivo se trata de maximizar el bienestar con un consumo mínimo.
El trabajo debe ser debidamente apreciado y darse con unas condiciones dignas, de manera que impulse al hombre a producir, dar lo mejor de sí mismo y desarrollar su personalidad. La liberación que supone para el hombre dejar de estar enfocado exclusivamente a maximizar sus ingresos y destinar su tiempo a largas jornadas laborales, le permite tener más dedicación a actividades que repercutan en el bienestar de la comunidad. La persona que se puede ganar la vida con un trabajo digno, puede invertir su tiempo también a fortalecer los lazos que lo unen con el resto de individuos de su comunidad. Está demostrado que la inversión en las relaciones interpersonales tiene un impacto positivo en el bienestar.
El concepto de Producto Nacional Bruto (PIB), incompleto para medir el bienestar, es sustituido por la Felicidad Nacional Bruta (FNB). Este indicador mide el bienestar y la felicidad a través de varios factores como el bienestar económico, el ambiental, la salud física y mental y el bienestar laboral, social y político.
 Porque la cuestión no es la elección entre «crecimiento moderno» y «estancamiento tradicional». La cuestión más bien radica en encontrar el camino correcto de desarrollo, el Camino Medio entre la negligencia materialista y la inmovilidad tradicionalista. En pocas palabras, encontrar «Los Medios Correctos de Subsistencia»” E. F. Schumacher
Teniendo en cuenta la época en que las ideas de Schumacher fueron planteadas, se puede considerar que transmiten propuestas que en su mayoría son totalmente vigentes hoy en día como la importancia de las energías renovables, pensar más allá del PIB, promover el comercio local y una producción eficiente. En una economía budista se busca pues el consumo óptimo, no el máximo.
La manera en que experimentamos e interpretamos el mundo depende mucho del tipo de ideas que tenemos. Si las ideas son principalmente débiles, superficiales e incoherentes, la vida parecerá también insípida, aburrida, insignificante y caótica. La economía budista defiende la idea de una economía que permita al hombre desarrollar sus facultades y liberarlo del deseo de querer siempre más. Para el desarrollo de estas facultades se requiere una revalorización de lo que verdaderamente satisface al hombre y una limitación de los deseos sin sentido, donde la óptima asignación del trabajo permita estar en un equilibrio y gozar de un nivel de bienestar con lo que se tiene.

23 abr 2016

Mahama Gandh: La ofensa volverá al lugar de donde salió



Cuando Mahama Gandhi estudiaba Derecho en Londres, un profesor de apellido Peters le tenía mala voluntad….pero, el alumno Gandhi nunca le bajó la cabeza y eran muy comunes sus encuentros:
Un día Peters estaba almorzando en el comedor de la Universidad y el venia con su bandeja y se sentó a su lado…El profesor muy altanero, le dice: “Estudiante Gandhi, Ud. no entiende!!!
Un puerco y un pájaro, no se sientan a comer juntos”…. Y Gandhi le contesta : Esté Ud. tranquilo profesor, yo me voy volando” y, se cambió de mesa…
El profesor Peters verde de rabia, porque entendió q el estudiante le había llamado Puerco, decidió vengarse con el próximo examen…
Pero el alumno respondió con brillantez a todas las preguntas del examen …Entonces el profesor le hace la siguiente interpelación:
“Gandhi, si Ud. va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa y dentro de ella está la sabiduría y mucho dinero, ¿cuál de los dos se lleva? “…
Gandhi responde sin titubear: “¡Claro que el dinero, profesor!” El profesor sonriendo le dice ” Yo, en su lugar, hubiera agarrado la sabiduría, ¿no le parece?”…
Gandhi responde: ” Cada uno toma lo que no tiene profesor”…
El profesor Peters, histérico ya, escribe en la hoja del examen: “IDIOTA” y se la devuelve al joven Gandhi…
Gandhi toma la hoja y se sienta… Al cabo de unos minutos se dirige al profesor y le dice: ” Profesor Peters, Ud. me ha firmado la hoja, pero no me puso la nota…
A veces la gente intenta dañarnos con ofensas que ni siquiera nos hemos ganado … Pero solo nos daña el que puede y no el que quiere…
Si permites que una ofensa te dañe… Te dañara …
Pero si no lo permites , la ofensa volverá al lugar de donde salió…
No nos dejemos ofender por los demàs, seamos fuertes y astutos

22 abr 2016

DESPERTAR ESPIRITUAL - Prepárate para los cambios




El despertar espiritual no significa que serás perfecto y dejarás de cometer errores, todo lo contrario.
Por mucho tiempo se sentirá como si todo lo que haces es un error, o como si fuera imposible de vivir sin ofender a alguien.
Lo que sucede es que habrás “despertado” tu consciencia de Ser y comenzarás a ver las cosas claramente.
Desde ahora comenzarás a reconocer esos errores y actuar sobre ellos de modo diferente.
El despertar espiritual es una maduración del ego y con él llegan transformaciones psico-emocionales, sociales y físicos. Estamos todos despertando a nuevos niveles de comprensión y nuevas dimensiones del Ser.
Señales de haber comenzado un despertar espiritual:
– La búsqueda de la verdad: Tienes muchas preguntas y últimamente no te conformas con respuestas simples; necesitas compensar nuevo conocimiento con nuevas experiencias, similar a un niño que no deja de hacer preguntas. Muchas personas experimentan esto a traves de su relacion con la religión. También, es posible que ya no te sientas cómoda viendo la televisión, leyendo el mismo periódico, participando de las mismas actividades, o compartiendo con las mismas personas.
– Patrones de sueños, números, y símbolos: A medida que vas despertando, los sueños se hacen más vívidos y traen mensajes mucho más cargados que antes. Es posible que comiences a soñar con elementos como los bosques, la muerte, el vuelo/volar, las profundidades del mar, la misma persona, o el mismo animal. Algo interesante que le sucede a muchas personas es que comienzan a notar que cada vez que miran el reloj ven horas con números repetidos, por ejemplo: despertarte a las 4:44, o que cada vez que miras el reloj son las 10:10, o las 12:12. Cuando esto suceda, toma nota de la hora y que estabas haciendo o en que estabas pensando en ese momento, ya que puede ser la clave a un mensaje de tu inconsciente.
– Evitación al consumismo, materialismo, o el consumo animal: Puede ser que hayas sentido que es hora de dejar de consumir animales y te interesa comenzar una dieta vegetariana, o tal vez has decidido dejar de hacer gastos innecesarios como en artículos de belleza y joyería, entre otros. Comienzas a entender que eres suficiente con lo que tienes.
– Experiencias místicas: Tal vez hayas tenido una experiencia mística única que los demás no puedan entender, o no quieres compartir por miedo a hacer el ridículo. También puede ser que hayas comenzado a sentir alguna resonancia particular con un animal en específico (un tótem).
– Contacto con la naturaleza: Es bien común comenzar a sentirse agobiado en los centros comerciales, los conciertos, festivales y demás actividades con mucha gente. Sientes que te “descargas” en éstos lugares, y comienzas a buscar contacto en parques y jardines donde puedas respirar aire fresco y estar en contacto con la naturaleza y los animales.

3 abr 2016

La conspiración de la Sal



Hay que hacer un cierto esfuerzo para comprender por qué algo tan saludable como la sal, se ha convertido en nuestro tóxico diario. Como siempre, no hay un motivo único, sino una sumatoria de factores. Por ello conviene analizar el tema desde distintos ángulos: químico, físico, productivo, cultural, etc.
Pero veremos que todos confluyen finalmente en el bendito interés económico, que -irónicamente- muestra poco interés por la salud. ¿Será que en la economía de los negocios, una persona sana no es “rentable”?
Analizaremos el problema de la sal desde dos aspectos complementarios: el plano material y el plano energético. Podemos comenzar advirtiendo que el centro de la cuestión está en la refinación industrial.
Analizada desde el punto de vista químico, la diferencia entre una sal marina integral y la moderna sal de mesa de uso corriente, resulta abismal. La simple evaporación del agua de mar, deja como consecuencia un residuo sólido, al cual llamamos sal.
Este residuo está compuesto por los 84 elementos estables de la tabla periódica, aquella que estudiábamos en el colegio secundario. Por supuesto que el cloro y el sodio son los principales elementos cuantitativos, representando casi el 90% de su composición. Pero la importancia cualitativa de ese 10% restante es verdaderamente extraordinaria.
Dado que toda la vida del planeta surgió del lecho marino, es obvio que hay una semejanza intrínseca y funcional con aquella “sopa madre”. Todas las formas de vida (plantas, animales, humanos), llevamos incorporada dicha solución en nuestros fluidos internos (savia, líquidos intracelulares, plasma sanguíneo).
De esto eran conscientes nuestros antepasados, gracias a su intuitiva visión holística; pero nuestro reduccionista modernismo industrial se encargó de echar por tierra esta perspectiva. Concretamente en la sal, se comenzó por pensar en términos de “suciedad”: había que lavarla y purificarla para presentarla como un producto “limpio e higiénico”. Este concepto funcionó -y lo más triste es que aún funciona a nivel masivo- también con otros alimentos básicos y sujetos a procesamiento industrial: harina, arroz, azúcar, aceite, etc.

El problema de la refinación

Pero hay otras razones de “peso”, por las cuales la industria ha desarrollado complejos y costosos procedimientos de limpieza y purificación de la sal. Y es precisamente porque se fue descubriendo el gran valor industrial del componente básico de la sal (el cloruro de sodio ó cloruro sódico) en el desarrollo de los productos de síntesis química.
Una vez liberado de “impurezas” (y por tanto del equilibrio iónico que le confieren los restantes 82 elementos), el cloruro de sodio es un reactivo perfecto y económico. Por esta razón se perfeccionó la técnica de refinación y limpieza, a fin de conseguir la máxima pureza en la producción de cloruro sódico.
Esta sustancia se convirtió en un elemento imprescindible de la industria química, sobre todo para la producción de plásticos, aceites minerales, desmoldantes, etc. También la industria alimentaria la incorporó en su batería de aditivos preservantes, como inhibidor de procesos de descomposición: un ejemplo es el yogurt, que contiene cloruro de sodio, no como saborizante sino como conservante.
La Dra. Sherry Rogers aporta otra pista sobre el porqué de la refinación de la sal, en su libro “La cura se encuentra en la cocina”: “La sal de mesa común que ha invadido el mercado de Estados Unidos en los últimos 50 años, parece ser un subproducto de la manufactura de armas.
Las grandes compañías (como la Morton Thiokol, fabricante de combustibles para cohetes) refinan sal para extraer ciertos minerales que luego utilizan en sus producciones bélicas y espaciales. En el proceso de refinación industrial, la sal de mesa pasa por temperaturas de 670ºC, lo cual altera definitivamente su natural estructura cristalina”.
Por estas razones se refina exhaustiva y prolijamente la sal en el mundo moderno. Una sola cifra nos permite comprender mejor esta realidad: el 93% de la sal que se refina en el planeta está destinada a fines industriales no alimentarios, un 4% es utilizado por la industria alimentaria como conservante; apenas el minoritario 3% restante se destina al uso como sal de mesa.
Traducido en términos más sencillos, “de paso” la mesa “liga” los “beneficios” de la excelente “pureza” de la refinación industrial y nuestras amas de casa se “benefician” al disponer de un producto “inmaculado” y que no se apelmaza.
También existe otra importante fuente de cloruro de sodio, que si bien no proviene de la refinación, es consecuencia de un desecho industrial y por tanto arrastra la nocividad de la manipulación tecnológica, sobre todo a nivel energético. Nos referimos a las fábricas de pastas para papel o “pasteras”, tan en boga últimamente por la cuestión ambiental.
El cloruro de sodio es uno de los desechos emergentes del proceso de producción de la pasta celulósica, base de la industria papelera. Como rezan las advertencias de las películas, “cualquier relación entre esta actividad y marcas de sal, es solo pura coincidencia”.
Siguiendo con la refinación de la sal, digamos que en 1971 el gobierno japonés decretó que toda la sal para consumo humano se debía elaborar por el dudoso proceso de intercambio de iones, que usa 3.000 voltios y 120 amperes de electricidad para extraer los iones de cloruro de sodio del agua de mar. Un físico atómico, Katsuhiko Tani, contrario a esta decisión oficial, comenzó a realizar estudios al respecto, creando la Asociación de Investigación de la Sal.
En una de sus primeras experiencias, Tani trabajó con almejas vivas sumergidas en distintas concentraciones de sal naturalmente obtenida por evaporación de agua de mar. Luego imitó estas concentraciones con la sal para consumo humano y con la sal de potasio (cloruro potásico), un sustituto artificial para hipertensos.
El resultado: las almejas sumergidas en las soluciones con sal natural reaccionaron abriendo sus caparazones, mientras aquellas sumergidas en las soluciones con sal obtenida por intercambio de iones o con sal de potasio, permanecieron cerradas, reaccionando como si estuvieran en un ambiente hostil.
Los párrafos anteriores tienen que ver con una trágica realidad que a casi nadie preocupa: el cloruro de sodio, como compuesto químicamente puro, no existe en la naturaleza. Algo análogo ocurre con la sacarosa (azúcar blanco). Biológicamente el organismo no reconoce estas sustancias refinadas y de extrema pureza; es más, las considera tóxicas por su reactividad. Irónicamente, por la misma razón que la industria aprecia al cloruro sódico (capacidad reactiva), el organismo lo rechaza.
Para comprender mejor esta “fobia” corporal hacia los compuestos químicamente puros, podemos usar dos ejemplos burdos pero ilustrativos: la caña de azúcar y la hoja de coca.
Estudios hechos en Sudáfrica sobre muestras de orina de dos mil trabajadores de plantaciones de caña de azúcar, no hallaron trazas de glucosa, pese a que en promedio mascaban 2 kg diarios de caña, o sea que ingerían unos 350g de azúcar por día. La explicación es sencilla: mientras la caña mascada es un alimento natural, completo y fácilmente metabolizable, el azúcar refinado es un producto extraño y nocivo para el organismo.
Otras investigaciones realizadas en África e India muestran que la diabetes es desconocida en pueblos que no incluyen carbohidratos refinados en su dieta.
Respecto a la coca, es simple observar en los pueblos andinos que el cotidiano consumo de la hoja mascada (benéfica para el apunamiento) no genera los efectos devastadores del extracto refinado, conocido como cocaína. Siempre estamos hablando de productos vegetales, pero de por medio está presente el proceso de refinación y purificación.
El problema de la aditivación
Volviendo a la sal refinada de mesa, no todo termina en el “desguace” de sus restantes 82 elementos constitutivos. Luego “sufre” la aditivación de otros compuestos refinados. El caso del yodo y el flúor, ambos minerales tóxicos y reactivos en las formas antinaturales que se adicionan industrialmente.
¿En qué argumentos se basa este procedimiento, obligatorio por ley?: resolver problemas tiroideos (yodo) y proteger la salud dental (fluor).
peligro sal refinadaPero nadie toma en cuenta que el cuerpo no puede metabolizar la suplementación artificial de yoduros y fluoruros. Muchos científicos están advirtiendo que estos compuestos son los principales responsables de la formación de nitratos en el estómago; y se sabe que los nitratos son las sustancias cancerígenas más agresivas, y responsables de tumores selectivos en muchos órganos.
También son responsables de reacciones alérgicas y otros problemas de salud. Recientes estudios demuestran que la adición de yoduros a la sal de mesa puede causar hipertiroidismo, tiroiditis autoinmune y disminución de fertilidad. Por su parte el fluor, aún en concentraciones bajas, está relacionado con problemas neurológicos y endocrinos, afectando el sistema nervioso y provocando déficit de atención (DDA) en niños y adultos.
A este trágico panorama, se suma la aditivación de otros preservantes, por supuesto que todos legalmente autorizados e incluso sin obligación de ser declarados en las etiquetas. Además de yoduro de potasio, la industria de la sal adiciona dextrosa, un tipo de azúcar que sirve para evitar la oxidación del yodo (¡¡¡o sea que la sal tiene azúcar!!!).
Luego le agregan bicarbonato sódico, para que la sal no tome un tinte púrpura ras la adición del yoduro de potasio y la dextrosa. Para evitar el apelmazamiento se adiciona hidróxido de aluminio.
Es bien conocida la relación aluminio-Alzheimer y el papel que juega este metal liviano en las disfunciones neuronales, bloqueando los procesos del pensamiento. ¡¡¡Como si no tuviésemos bastante con el uso de utensilios de aluminio en la cocina, latas de aluminio para las bebidas o papeles de aluminio para envolver alimentos!!!
Otros aditivos que encontramos en la sal de mesa son: el carbonato cálcico, que no es otra cosa que un pulverizado de huesos animales, el aluminato de silicio sódico, el ferrocianuro de sodio, el citrato verde de amoníaco férrico, el prusiato amarillo sódico y el carbonato de magnesio.

Perjuicios de la sal refinada

Creímos conveniente abordar los daños que produce el consumo de sal refinada, recién después de haber pasado revista a la problemática industrial. Esto nos permite comprender mejor los mecanismos defensivos que debe desarrollar el organismo para intentar neutralizar esta agresión cotidiana.
Como hemos visto, el problema tiene dos facetas principales e igualmente graves: la pésima calidad (física, química y energética) y la elevada cantidad que se ingiere.
El consumo principal de sal refinada proviene de los alimentos industrializados, que, como vimos, la utilizan por sus efectos gustativo y conservante.
sales refinadas   En este aspecto no hay que pensar solo en conservas o típicos productos salados (aceitunas, jamones, quesos, embutidos, fiambres, papas fritas, caldos en cubos o polvos, etc), sino en alimentos aparentemente inofensivos (panificados, o el “saludable” yogurt diario que tiene cloruro sódico como conservante).
Más allá del desguace provocado por la refinación, el principal problema de la moderna sal de mesa para la salud humana, es justamente aquello que la hace un inapreciable ingrediente de la química industrial: su reactividad.
Frente a la amenaza que representa este compuesto reactivo (cloruro sódico), el organismo se ve obligado a poner en marcha varios mecanismos de defensa que, además de generar un importante gasto de energía y recursos, no bastan para resolver totalmente la magnitud del problema.
FUENTE paradigmaterrestre.com

Adicción a los Carbohidratos



La adicción a los carbohidratos es más habitual de lo que parece y sus consecuencias para nuestra salud son desastrosas así que conviene solucionarlo.

Alimentos ricos en carbohidratos

Los encontramos en cereales ricos en almidón (arroz, trigo, avena, mijo, cebada, centeno, etc.), en hortalizas (patata, boniato, zanahoria, remolacha, etc.), frutas, endulzantes (azúcar, miel, etc.), pan, bollería, leche, chocolates con azúcar, helados, postres, zumos, etc.

A más refinado es el alimento más rico es en hidratos de carbono.


¿Por qué nos dan tanta satisfacción los hidratos de carbóno?

Cuando los hidratos de carbono o carbohidratos se metabolizan en el organismo liberan una gran cantidad de glucosa. Eso nos da energía, es como la gasolina para el vehículo. Si tomamos demasiados el cuerpo recibe una “ola” de glucosa y el cerebro, que es el principal “consumidor” de glucosa lo recibe con satisfacción. Libera serotonina que es la encargada de “hacernos sentir bien”. Por ello, todos buscamos el dulce cuando nos sentimos mal.
¿Qué tiene eso de malo?

Pues que al igual que las drogas, cuando es algo continuado el cuerpo cada vez necesita más dosis para sentir la misma satisfacción. Al final ya no consumes para sentirte bien… sino para no sentirte mal.

La resistencia a la insulina

Cuando el cuerpo siente que tenemos demasiada glucosa en sangre libera insulina para que baje el exceso. Cuando esta operación es demasiado habitual cada vez necesitará más dosis para hacer lo mismo. Al final el cuerpo apenas reacciona.

Eso se llama resistencia a la insulina. Sus consecuencias son desastrosas para la salud: podemos encaminarnos a una diabetes ya que el cuerpo no puede hacer bajar el exceso de glucosa; podemos empezar a “fabricar” colesterol y podemos volvernos hipertensos.

Se denomina Síndrome Metabólico y es la plaga del S.XXI. La grasa se deposita en la cintura y la obesidad se va instaurando a marchas forzadas.
¿Cómo afecta a nuestro ánimo la adicción a los carbohidratos?

Las subidas y bajadas de glucosa provocan una auténtica “montaña rusa” en nuestros niveles de energía y de ánimo. Ahora estoy muy vital, ahora hundido. Animoso, deprimido. Cada vez nos alimentamos de un modo más compulsivo.

La persona siente que está perdiendo el control y que la ansiedad puede más que la voluntad. Eso le hace sentirse mal cada vez que come y su autoestima baja en picado. Ahora ya sabe como se sienten los drogadictos, sin su dosis de comida, cada hora y media o cada dos, se siente desfallecer.

Los bajones son cada vez más profundos y necesita tener siempre algo a mano para comer (galletas, zumos, batidos, dulces, snacks, etc.). Cada vez come de forma más desordenada y rápida.

¿Podemos romper esa dinámica?

Por supuesto. Una vez somos conscientes de ellos podemos empezar a “trabajar”. Consejos básicos:
Analiza tus problemas de fondo

¿Qué es lo que realmente te hace estar más ansioso?. ¿El trabajo, la pareja, los hijos, etc.?. Coge “el toro por los cuernos” y trata de resolver el problema. Busca asesoramiento, si es necesario.

Aumenta la proporción de proteínas

Las proteínas las encontramos en las legumbres, el huevo, el pescado, la carne, los derivados de la soja (tofu, germinados, tempeh), seitán o gluten (cuidado los celíacos), Quorn, derivados lácteos (queso, yogur, etc.) y en menor medida en los frutos secos, algas, etc.

Lo ideal es que busques un dietista que te ayude a combinarlos. Empieza por tomar proteínas en cada comida. Así reducirás la proporción de hidratos
Elimina todos los alimentos refinados

Pásate al arroz, pan y pasta… integrales. La fibra enlentece la absorción de glucosa. Tendremos menos subidas y bajadas. Cambia la bollería industrial por fruta.