No hay verdad alguna que pueda describirse, explicarse y definirse con
el lenguaje. Buddha, Jesucristo, Mahavir, Mohammed y Sócrates han sido
buscadores de la verdad. Poetas, santos y místicos como Kabir, Tulsidas, Rumi,
Hildegard de Bingen, la
Madre Juliana de Noruega y San Francisco experimentaron lo
divino y lo sagrado en todas las cosas. Para ellos, eso era la verdad. Pero no
podemos vivir de la riqueza de nuestros ancestros. Debemos buscar nuestro propio
tesoro y emprender la búsqueda para encontrar nuestra propia verdad.
La verdad es
pluralista y tiene múltiples facetas. Observar la existencia en toda su
misteriosa diversidad, dándome cuenta de su totalidad, me previene de imponerme
un sistema de creencias monolíticas sobre ella. La búsqueda de la verdad es un
viaje libertador, me libera de los dogmas, tanto religiosos como políticos. No
existe un punto al final del cual pueda afirmar que he encontrado la verdad, la
verdad de todos. En cuanto la verdad queda aprisionada en un sistema de
creencias, se pierde. Mientras las experiencias y las técnicas de otros
buscadores de la verdad sean utilizadas únicamente como referencias,
entonces esos métodos y disciplinas pueden servirnos de ayuda. Pero no significa
que esas referencias sean lo auténtico. La verdad no puede predicarse; a lo
sumo puede comunicarse, dialogando o conversando y, lo más importante, mediante
el ejemplo. La verdad no es un producto que pueda servirse en iglesias y
templos. La verdad no puede conceptualizarse o extraerse de libros sagrados.
Tiene que vivirse y experimentarse.
Los que buscan la
verdad están libres de fundamentalismos. Resulta más sencillo ver el
fundamentalismo de los otros que reconocer el de uno mismo. De esta forma los
cristianos critican el fundamentalismo musulmán sin reconocer el suyo propio.
Análogamente, los capitalistas critican el fundamentalismo socialista olvidando
que el del libre mercado no es menos opresivo. Los que predican la superioridad
de la democracia occidental corren tanto peligro de minar las culturas tribales
basadas en comunidades, como aquellos que predican la política de estados
monopartidistas.
Seguir el camino de la
verdad es no estar condicionado ni tener prejuicios. Es una manera de enfrentarse
a las cosas tal como son. La verdad es la esencia del Zen. La búsqueda de la
verdad es una indagación y una exploración incondicional que debe realizarse
con la mente abierta, hasta el último momento de nuestras vidas Satish Kumar
1 comentario:
Que hermosa manera de exponer mis pensamientos. Si yo tuviera esa facilidad de palabras no lo habría escrito mejor.
Creo que en materia de religión como en política y en todo lo demás, nadie tiene la exclusiva. Todo sería tan fácil si respetáramos la opinión ajena. Las guerras más crueles han sido por motivos religiosos. Todos queremos ser dueños de la verdad y la luz y por eso se nos escapa. Si alguien discrepa de lo que nosotros consideramos “LA VERDAD” lo consideramos nuestro enemigo y Dios lo salve si físicamente, o geográficamente, o socialmente, o desde cualquier ángulo o punto de vista somos diferentes. Olvidamos que en esta noria de la vida unas veces nos toca estar de este lado y otras quien sabe dónde. Olvidamos que somos una chispita de energía que nada tiene que ver con el color de la piel, o el pelo encrespado, o la nariz ancha, o los ojos azules o si creo en la Biblia o el Corán. ¡Qué cabeza tan dura tenemos! Sí que nos cuesta aprender.
Saludos,
Cristina Villoch
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