La conciencia de unidad es el último nivel de la escalera
evolutiva. En él la conciencia más íntima del ser humano es idéntica a la
realidad absoluta y fundamental del ser humano. A este nivel nos sentimos
totalmente identificados con el Universo, con el “Todo”.
La percepción de “separación”, de ser “uno” y no “lo otro” ha desaparecido. Yo soy el Universo.
Esta separación es la que nos produce la sensación de abandono, de angustia y de soledad. Infructuosos han sido los intentos a través de los diferentes credos religiosos por apaciguar esta percepción. La urgencia de una solución al enigma de nuestra existencia siempre ha resultado insuficiente por tener un fundamento que surge de los únicos limitados instrumentos de los que supuestamente dependemos (mente y órganos de los sentidos).
Cuando la discusión se pone muy dura, el recurso “inconsistente” de las religiones será la “gracia” o la ·”revelación” o la “fe”.
Pero, resulta que somos la Totalidad, el Absoluto, Dios.
Todos los dualismos se trascienden y toda individualidad se disuelve en una unicidad universal.
Eduardo Araya
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