En todo el mundo hay miles de
personas marcadas por este libro: “El Principito”.
Y frente a él, la historia de muchos de los lectores es siempre la
misma: pensaron que se trataba de un cuento de hadas, príncipes, princesas,
brujas y todo lo demás.
La gran sorpresa fue haberse
encontrado en sus páginas con una bellísima metáfora sobre el amor, la amistad y la vida.
Si alguien me lo pregunta, yo
contesto que mi parte favorita es el encuentro del Principito con el
zorro. La aprendí de memoria y se la repetí completa en un autobús, a
mi primer amor. Línea, por línea, degustando esas que me fascinaban…
Él pensó que no estaba en mis cabales. Pero todavía lo recuerda y
asegura que quizás esa sea la razón por la que aún somos amigos, después de
tantos años.
Es increíble todas las lecciones y
mensajes que podemos extraer de este maravilloso libro. Es tanta la
sabiduría que aguarda entre sus páginas…
A continuación te muestro algunos de
los mensajes más bonitos y cargados desentimientos que tiene “El
Principito”:
Aprender a acercarse al otro
Hay episodios sensacionales en el
libro. Como cuando el zorro, después de sondear al chico, se queda
mirándolo un largo rato y le dice “domestícame”. La primera vez que lo
leí sentí esa emoción que sobreviene cuando se
experimenta el poder de una revelación.
Esa “domesticación” en la que el
zorro y El Principito se jugaron, era sobre todo un recorrido de tacto
y de paciencia: aprender a acercarse pausadamente
al otro. Nada qué ver con lo que presenciamos en estos agitados
tiempos.
Las relaciones entre las personas se
hacen y deshacen con una facilidad que a veces resulta abrumadora. Los lazos
afectivos parecen haber adquirido una cierta impronta industrial. Las
relaciones se valoran por su utilidad y se desechan cuando no son muy
rentables.
Esto vale principalmente para las
relaciones de pareja, que resultan altamente inestables hoy en día. No
parece haber mucho interés en hacer ese recorrido de “domesticación” del que
habla El Principito con el zorro.
El acercamiento paulatino es incluso
visto como una práctica obsoleta, ¿para qué esperar?, dicen muchos. Hay
una cierta voracidad que se expresa como el ansia de beberse al otro de un solo
sorbo.
Pero el encuentro pausado,
consciente y sincero no entiende de prisas, sino de reconocimiento y respeto.
La importancia de los rituales
“¿Que es un rito?
Es lo que hace que un día sea diferente de los demás
y una hora de las otras “
En ese mismo pasaje de “El Principito”, resulta inspirador el tema del
ritual. “Algo muy olvidado por los hombres”, dice el zorro.
Y agrega que los ritos son
una forma de hacer que un instante no se parezca a otro, que los
momentos especiales alcancen su verdadero valor. No en cualquier tiempo,
no a cualquier hora, ni de cualquier forma.
Los ritos hacen que el
corazón pueda prepararse para sentir con toda intensidad lo que viene. Que
los sentidos estén atentos. Que la mente esté abierta a la maravilla.
Esto tampoco parece tener mucho lugar
en los tiempos que corren. Los rituales tienden a estandarizarse. Hemos
convertido los rituales en ocasiones para el consumo.
San Valentín o la Navidad tienen más que ver con compras, obsequios y
relaciones públicas que con verdaderas conmemoraciones. Los comercios tienen
incluso planes prediseñados para la ocasión, a los que nos adaptamos sin
interrogar mucho por su verdadero sentido.
Los rituales consiguen que nuestro
corazón lata con mayor fuerza, solo si incluyen alguna suerte de
descubrimiento. Cuando son la ocasión para dar un nuevo paso en ese camino hacia
el inexplorado mundo de otro ser humano, o de un grupo de personas, que tienen
verdadero significado en nuestra vida.
Cuánta felicidad dejamos de experimentar por las prisas y los
automatismos…
Nada tiene sentido por sí solo
Algo muy hermoso en este capítulo de
El Principito es el significado del sentido y del adiós. Por paradójico que
parezca, la separación es la columna vertebral en ese recorrido de
acercamiento.
¿Para qué “domesticar” a otro, si al final estás de paso y en algún
momento tendrás que irte? “No has salido ganando mucho”, le dice el niño al zorro.
Pero éste, nuevamente descifra la contradicción: “Gano a causa del color del
trigo”.
No se refiere tanto al dorado de los trigales de los campos, sino al
color del cabello de su nuevo amigo.
Desde un principio el zorro había advertido que ese trigo, que antes no
significaba nada, con la “domesticación” iba a convertirse en un rumor que le
recordara el paso de El Principito por su vida. Los trigales ahora tenían
sentido.
Una linda metáfora para marcar que el
significado del mundo que nos rodea, es otorgado por las vivencias que nos
asocian a él.
En otras palabras, todo el
planeta y aquello que lo compone, no tiene sentido por sí solo. Su valor y
su razón de ser se lo entrega cada persona.
Por eso aquello de que “nada tiene
sentido” es literalmente cierto. El sentido se lo entregas tú. Y,
como en El Principito, muchas veces aparece como el eco de aquello que ya no
está.
Y finalmente, este capítulo de El Principito termina con una despedida.
Es allí cuando el zorro le entrega su mayor regalo a quien supo
domesticarlo: una verdad.
“Sólo con el corazón se puede ver
bien. Lo esencial es invisible para los ojos”, le dice. Y el niño lo repite para
conservarlo en su memoria.
En el libro y en la vida, es así como comienzan los vínculos que
perduran siempre.
https://lamenteesmaravillosa.com/la-sabiduria-de-el-principito/
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