La doctora superviviente al tsunami de Tailandia ha participado en un congreso de cancerología aportando su experiencia con el «dolor»
Todos en un silencio respetuoso. Expectantes a sus palabras. María Belón llega con una calma contagiosa y reposada, se planta ante un grupo de 100 oncólogos, reunidos en el 19 Congreso de la Sociedad Andaluza de Cancerología en Granada, para contarles su experiencia con el dolor, y para abrirles los ojos sobre algo realmente importante: la necesidad de ser médicos de cuerpos y almas.
Y lo hace de la única forma que sabe, contando su experiencia como superviviente del tsunami de Tailandia, que quedó plasmada en la película de Juan Antonio Bayona, 'Lo Imposible'. Comienza por el principio, por su principio, La Odisea de Homero, que le ha servido de guía, como si esa tragedia que fue el tsunami, no hubiera sido sino un viaje a Ítaca, un viaje «para ser lo que verdaderamente debía ser».
Es esa «travesía», reconoce «la que me llevó a conocer al mejor médico que jamás he conocido. Un hombre que me miró a los ojos y supo tratar mi cuerpo y mi alma, vio mi dolor y empatizó con él». Ha querido explicarles a estos profesionales cómo cuando logró salir a flote, después de estar en el infierno del agua, y encontrar a su hijo Lucas, se agarró al tronco de un árbol como si fuera una auténtica tabla de salvación. «Vosotros sois el tronco de vuestros pacientes. Ellos tienen miedo y sufren cuando conocen su enfermedad, en ese trayecto sois los que debeís cuidarlos y ser solidarios con su situación».
Y todo esto a un auditoria que contenía la respiración con cada una de sus palabras, las palabras de una mujer que para empezar su charla se definió como una «doctora cobarde», que abandonó la profesión. «Ahora volvería, pero lo haría de otra forma diferente, lo haría sabiendo lo que es el dolor, la desesperación, y la angustia, pero también siendo una privilegiada por haber experimentado la entrega de tantos buenos profesionales a los que he conocido. Tengo la suerte», asegura, «de haber estado en los dos bandos».
«Solamente ha sido cuando he estado en manos de alguien que me ha visto como algo más que una historia clínica, cuando me he sentido segura y protegida». Y eso es lo que ha aconsejado a este grupo de profesionales, ser solidarios, ser ante todo, y por encima de grandes profesionales, «grandes personas».
El aplauso final ha llegado cargado de emoción, con una incógnita. ¿El futuro de María? «Si algo he aprendido es que no soy dueña del tiempo, y que mi futuro es hoy, y hoy doy las gracias por poder estar con estas personas y compartir mi experiencia».
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