Sin juicios que emitas y sin permitir que los juicios de otros te afecten, comenzarás a disfrutar una sanadora ligereza.
Al juzgar impones tu concepto personal del bien y del mal, a situaciones que simplemente son
Todo, absolutamente todo, se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas, te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar.
Cuando juzgas a otros, sólo reflejas tu falta de autoaceptación.
Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor hacia ti mismo, hacia los demás y hacia todo lo que te rodea.
Perdonar en realidad es aceptar al otro y a las circunstancias tal como son, sin expectativa alguna, sin juzgarlas y sin intentar cambiarlas.
Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior
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