El té, la bebida tradicional de China. Los chinos beben té a todas horas, los conductores de taxi llevan un gran termo de esta bebida, e incluso en los trenes, no es difícil encontrarse con un grifo de agua caliente para prepararse una taza.
La pasión de Ada por el té va un poco más allá, para ella es su forma de vida. “El té es mi religión” es como define su pasión por esta bebida. Su favorito es el verde, el más natural y saludable. Cuando la gente le dice que bebe café, no sabe cómo convencerles de los beneficios del té. Dice que ayuda a prevenir el cáncer, mantenerse despierto y curar la depresión, para ella es imprescindible.
Ada tiene un estudio que se llama Tea Thing y en el se encuentra todo lo que para ella, está relacionado con el té. Se pueden leer libros, hacer meditación, o sentarse sin la necesidad de hacer nada. Su pequeño estudio de té está en el distrito Jing’an, cerca de la calle Nanjing, la zona más transitada de la ciudad. Cuesta creer que, una persona tan paciente y espiritual como ella, viva en una urbe habitada por 20 millones de personas caracterizada por ser intensa y estresante. Ada es paciente y tranquila, su tono de voz es tan tenue que debes prestarle mucha atención para escucharla.
Para pagar su negocio Ada dice vender bolsitas de esta infusión y algunas personas le dan su aportación después de pasar una tarde charlando con ella frente a una taza. Sin embargo, olvida mencionar que en Internet se pueden encontrar sus cursos de té, de unas dos horas de duración, por los que factura 250 yuanes. Ada se ganaba la vida como diseñadora gráfica antes de abrir su estudio, pero no conseguía expresar su interior en el trabajo. Durante esta etapa conoció a gente muy exitosa interesada en economía, política, arte y también en el té. De allí nació su curiosidad y, a medida que leía sobre esta infusión, sentía más la necesidad de expresar y compartir su propia forma de entenderla.
Ada viaja esporádicamente a las plantaciones de Yunnan a comprar género para su estudio de té, pero a excepción de estas pequeñas escapadas, su vida diaria no varia demasiado y es muy organizada. Todos los días practica una o dos horas de taichi en Jing’An Park, muy cerca de su casa. En China es muy común practicar esta gimnasia tradicional a primera hora de la mañana; las plazas y jardines de las ciudades están repletas de gente ejercitándolo por motivos de salud, como ejercicio de relajación, o con fines de meditación, como hace Ada.
Una vez terminado el taichi, compra algunas verduras, come en su apartamento y se dirige a su estudio, en este momento es cuando empieza realmente su día. Su vida diaria puede parecer rutinaria, pero Ada explica que, de la misma forma que mucha gente viaja para vivir experiencias, pensar en el té le hace viajar dentro de sí misma.
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