Carta de Sheila pidiendo ayuda a Neale Donald Walsch cuando perdio un familiar y la carta de respuesta que es muy interesante e ilustrativa tomada del libro en Casa con Dios
Querido Neale:
Mi hermano Chuck se murió hace varios años,
cuando tenía sólo veintisiete años, y yo no puedo dejar de lamentar su pérdida.
Cada día pienso en él, todo lo que veo me recuerda a él. Nada parece importarme
más. Estoy crónicamente deprimida. ¿Puedes ayudarme?
Sheila, Wisconsin
Querida Sheila:
Lamento
tu pérdida y entiendo tu pesar. Hay algunas cosas que me gustaría decirte, sin
embargo, que te pueden ayudar a repintar este recuerdo en el lienzo de tu
mente, para que, cuando lo mires, no estés siempre triste.
Primero, debes saber que Chuck no ha muerto;
que la muerte es una ficción y una mentira, y nunca jamás tiene lugar. Esto es
lo primero, y esto es algo que debes aceptar dentro de tu Ser como una verdad
del más alto orden para que todo lo que diré a continuación tenga sentido.
Segundo, si aceptamos que Chuck no está lo que
tú llamas muerto, sino que de hecho está
bien vivo, entonces debemos preguntarnos: ¿Dónde está? ¿Qué está haciendo? Y, por supuesto, ¿es
feliz?
Contestaremos
a la última pregunta primero. Chuck nunca estuvo más feliz ni más contento que
en el momento de su transición desde esta vida terrenal. Porque en ese momento él conoció otra vez la libertad más grande,
el goce más grande, la verdad más maravillosa: la verdad de su propio ser y de
ser uno con Todo Lo que Es.
La
separación terminó para Chuck en ese momento, y su reunificación con el Todo de
Todas la Cosas fue un momento glorioso en los cielos y en la tierra. Fue un
tiempo, en verdad, de celebración, no de duelo, aunque el duelo es
comprensible, dada nuestra limitada conciencia de lo que está pasando
verdaderamente, así como la magnitud de nuestra propia pérdida personal, que
naturalmente estamos experimentando.
Después
de un período de natural aflicción, la cual con toda justicia debemos
concedernos, pasa a ser entonces nuestra decisión estar en ese lugar de
devastación y aflicción absolutas o movernos hacia una conciencia más amplia y
una verdad más grande, la cual nos permite sonreír…, si incluso ante el
pensamiento de su partida, aunque se diera demasiado pronto, aunque fuera
abrupta, porque nada se da “demasiado pronto” o es “abrupto” en la agencia de
Dios, sino que todo está
perfectamente
sincronizado.
Si
elegimos avanzar hacia esta conciencia más amplia, estamos libres entonces para
celebrar en su totalidad la vida de Chuck, el regalo que concedió a aquellos a
quienes él tocó, y la maravilla de su ser y su amor incluso ahora.
La
mejor forma de hacer esto es permitiendo que Chuck mismo sea completamente
libre. Lo cual nos lleva a la primera pregunta del trío formulado más arriba:
¿Dónde está Chuck ahora? En Conversaciones con Dios, libro 3, me fue revelado
que, en el mundo de lo absoluto en el que habita Dios, estamos en todas partes. Es decir, en términos 190 humanos, es
posible decir que podemos estar en más de un lugar al mismo tiempo. Podemos
estar en dos lugares o en tres lugares o en
cualquier
lugar en el que deseemos estar, teniendo cualquier experiencia que deseemos
tener. Porque ésta es la naturaleza de Dios y de todas las criaturas de Dios.
¿Y qué experiencia elegimos criaturas de
Dios. ¿Y qué experiencia elegimos tener,
entre otras? La experiencia de unidad y empatía hacia aquellos a quienes
amamos, lo mismo que cuando estábamos en el cuerpo. Lo que significa que Chuck
te ama incluso ahora, no es un sentido teórico, sino en un sentido muy real, con un amor vivo que nunca morirá. Y
ese amor eterno y para siempre hace que Chuck (parte de la esencia que es
Chuck) venga hasta ti, esté contigo, con tu solo pensamiento acerca de él.
Porque el pensamiento que le consagramos a la persona que nos ama ejerce una
atracción y una influencia que la esencia de un ser no puede negar y no negará,
y nunca ignorará.
Chuck
está contigo incluso ahora, cuando lees esto, porque lo tienes en tus
pensamientos y una parte de él está realmente ahí contigo. Si estás en calma y
muy sensible al momento, serás incluso capaz de percibirlo, de sentirlo…quizás
incluso de “oírlo”.
Esto
es verdad para toda la gente en todas partes y explica los miles y miles de
informes que se registran cada año acerca de “visitas” que seres queridos que
se marcharon hacen a los que quedaron, informes que psiquiatras, ministros,
doctores y sanadores de todo tipo están ya
acostumbrados
a oír y no cuestionan en absoluto.
A menudo lo que pasa es que la esencia del ser
que voló hasta nosotros cuando pensábamos en él llega a nuestro espacio llena
de amor y compasión y completa apertura hacia nosotros. Esa apertura permitirá
a la esencia de nuestro ser querido conocer y comprender completamente lo que
estamos sintiendo y experimentado.
Si
pensamos en esa persona con tristeza, pesar y dolor, la tristeza que
experimentamos le será conocida a esa esencia. Y, dado que la esencia es ahora puro
amor, amorosamente buscará curar nuestra tristeza, porque le resultará
imposible no querer hacer eso.
Si,
por otro lado, pensamos en esa persona con alegría y espíritu celebrante,
nuestra alegría le será conocida a la esencia de la persona que hemos amado tan
profundamente, y esa esencia entonces se sentirá libre para ir hacia su próxima
gran aventura, sabiendo que todo esta bien con nosotros.
Volverá,
eso seguro. Volverá cada vez que se piense en ella. Sin embargo, sus visitas
serán alegres bailes en nuestra mente; maravillosas conexiones bien claras;
breves, pero brillantes momentos;
sonrisas
plenas. Entonces la esencia desaparecerá una vez más, contenta por el
pensamiento de tu amor y de tu celebración por su vida, sintiéndose completa en
su interacción contigo, interacción que
de ningún modo se acaba aquí.
Ahora,
en el proceso de ayudarnos a curar nuestro dolor y tristeza, la esencia de
nuestro ser amado no se parará ante nada, usando cualquier herramienta, tomando
prestado cualquier mecanismo, empleando cualquier método a su disposición
(inclusive quizás una carta como ésta, de un completo extraño) para traernos el
mensaje de su continuo goce en el lugar de su actual residencia, y la verdad de
la perfección del proceso de la vida y la transición.
Cuando
podemos celebrar la perfección, dejamos que la esencia y el alma de nuestro ser
querido la celebre también, liberándola para las inenarrables maravillas de su
realidad más amplia, honrando su presencia en nuestras vidas, en su antigua
forma física, en este momento y para siempre.
¡Celebra, celebra, celebra! No más
tristeza, no más duelo, porque realmente no ha habido ninguna tragedia para
nadie. Pero sí un recuerdo especial con sonrisas y lágrimas, sí, pero lágrimas
de alegría por la maravilla de Quienes Somos, de Quien Es. Chuck y del
inenarrable amor de un Dios que pudo haber creado todo esto para nosotros.
Celebra,
Sheila. Date a ti misma y a Chuck, y a todos aquellos cuyas vidas son tocadas
por ustedes dos, el regalo de tu vida: el regalo de la alegría que reemplaza a
la pena, del contento que supera al dolor de la pérdida, de la gratitud genuina
y de la paz, por fin.
Las
bendiciones de Dios –entre las cuales la vida de Chuck y la presencia de Chuck
contigo incluso ahora, no son las menores- están a tu alrededor. Sal ahora y sé
Quien Eres Realmente. Y sonrié.
Chuck no lo hubiera querido de otra forma.
Bendiciones.
Neale
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