MANUAL DE LIMPIEZA DE UN MONJE BUDISTA
EL LIBRO ESCRITO POR KEISUKE MATSUMOTO
BARRER EL POLVO Y LAS NUBES DEL ALMA
«La jornada de un monje comienza con la limpieza. Se barre el
interior del templo, el jardín, y se friega el suelo de la sala principal.
Pero nosotros no limpiamos porque esté sucio o desordenado sino para
librar al espíritu de cualquier sombra que lo nuble.»
Con el Manual de limpieza de un monje budista Keisuke Matsumoto nos
ofrece un texto que combina con gracia y ligereza exquisitamente zen,
consejos prácticos y reflexiones filosóficas y espirituales.
«¿Qué te parecería hacer la limpieza de casa como la hacen los monjes
budistas? No es difícil, al contrario, es muy divertido. Si quieres
purificar tu alma sin moverte de casa, puedes hacerlo transformando las
tareas del hogar en un ejercicio espiritual.»
De hecho el propio Matsumoto, licenciado en Filosofía por la Universidad de Tokio y con un máster en administración de negocios, introdujo la mentalidad empresarial en el universo budista al sostener que “la gestión de un templo es análoga a la de una empresa. La única diferencia es que el objetivo no es la ganancia, sino la felicidad de sus fieles”.
“Qué te parecería hacer la limpieza de casa como la hacen los
monjes budistas? No es difícil, al contrario, es muy divertido. Si quieres
purificar tu alma sin moverte de casa, puedes hacerlo transformando las tareas
del hogar en un ejercicio espiritual”, señala el monje budista japonés Keisuke
Matsumoto
La limpieza doméstica, según Matsumoto, no hace falta volver al siglo
anterior, y “puesto que vivimos en el siglo XXI, podemos utilizar una
aspiradora, no obstante, cualquiera que sea la herramienta o método que
elijamos, lo que importa es mantener la actitud de no postergar lo que
debería hacerse hoy”, explicó.
CON LA ESCOBA, ATENTOS AL ‘AQUI Y AHORA’
“En esta sociedad moderna, el progreso conduce al mundo industrializado
que, a su vez, nos impulsa a dejar de lado las tareas manuales. No niego el
progreso en sí mismo, que también tiene sus beneficios, pero en medio del
progreso tenemos que ser conscientes de nuestro estado mental”, añade.
Según este monje, “los seres humanos tienden orgánicamente a
pensar y actuar con la mente centrada en sí mismos, pero esa mente egoísta no
les hace felices. Por otra parte, muchas personas están fuertemente conectadas
con el mundo materialista y eso les distrae de pensar en lo que es más
importante para ellos, y se olvidan de hacerlo”.
“En ese sentido, efectuar la limpieza de la casa, o del templo en el
caso de los monjes budistas, es una práctica diaria que ayuda a cultivar
la mente, e incluso algo tan monótono como barrer el jardín con una
escoba, logra revitalizarnos”, según Matsumoto.
¿Cómo podemos motivarnos cuando no nos gusta la limpieza de la casa o
nos da pereza realizar las tareas domésticas?, le preguntamos al monje.
“Supongamos que usted es una persona muy ocupada pero, ¿se ocupa de lo
que es realmente importante en su vida? No se convierta en un esclavo de la
eficiencia. Observe su entorno más cercano en lugar del futuro o el pasado”,
señala Matsumoto, para quien todo lo necesario para ser feliz “ya está
aquí”.
“Supongamos que no nos gusta el trabajo de la casa y pagamos a otras
personas para limpiarla. Esto no está necesariamente mal. Hagamos lo que
hagamos, será bueno, siempre y cuando vivamos en el momento presente”, añade.
En todo caso, según Matsumoto hay que tener presente que el ambiente de
la casa es uno de los factores fundamentales que afectan directamente al estado
de ánimo y hay que reflexionar si, mientras otra persona contratada limpia
nuestro hogar, nos dedicamos a hacer algo más valioso que la limpieza doméstica
o si mantenemos nuestra mente en calma, sin divagar hacia los problemas
cotidianos.
“En el budismo, no existe una división entre uno mismo y los demás.
Consideramos que todas las cosas y seres son interdependientes unos de otros”, destaca Matsumoto.
“Así, el ambiente que nos rodea está conectado con nosotros y refleja
nuestra mente: cuando ese entorno es desordenado, nuestra mente también. Si
mantenemos hermosa nuestra casa, nuestra mente estará muy clara y tranquila”,
añade.
“Darse cuenta de que todo es interdependiente, es la lección espiritual
primordial que puede extraerse de la realización de la limpieza doméstica”,
explica a Efe.
DECÁLOGO DE LA LIMPIEZA CONSCIENTE
No hay que dedicar mucho tiempo, ni hacer grandes esfuerzos para limpiar
y ordenar, pero hay que cultivar el hábito de hacerlo cada día,
señala Keisuke Matsumoto, quien brinda un decálogo de recomendaciones y claves
para encontrar la armonía y la serenidad, realizando las tareas domésticas de
forma atenta, y eliminando las impurezas que nublan nuestra alma:
1.- Quienes no cuidan los objetos, tampoco cuidan de las personas.
Cualquier objeto ha sido creado con esfuerzo y dedicación. Cuando limpiemos o
pongamos orden, debemos tratar las cosas con cuidado.
2.- Tengamos gratitud hacia las cosas que nos han sido útiles y,
cuando realmente no las necesitemos, hagámoslas resplandecer con una nueva luz
dándoselas a quien pueda hacer buen uso de ellas.
3.- La limpieza debe hacerse a primera hora de la mañana. Si empezamos
en silencio, rodeados por la calma, cuando la vegetación y las personas de
alrededor aún duermen, nuestro corazón se sentirá en paz y nuestra mente
despejada.
4.- Por la noche, antes de irnos a dormir, debemos recoger,
guardar y ordenar las cosas que hemos utilizado y desordenado durante el día,
para dejarlas tal y como estaban, y facilitar la limpieza al día siguiente.
5.- Puede que al principio nos cueste, pero si conseguimos limpiar
por la mañana y ordenar por la noche, notaremos como nuestro espíritu y cuerpo
se mantienen despejados a lo largo del día y podremos disfrutar de una
espléndida jornada.
6.- Antes de limpiar, hay que abrir las ventanas y ventilar para
purificar el aire. Sentir en la piel la frescura del aire que entra, hace que
uno se sienta más despierto y puro y, si llenamos con éste los pulmones, las
ganas de limpiar surgen de forma natural.
7.- El aire que entra es templado y agradable en primavera y
otoño, bochornoso en verano y gélido en invierno, pero sentir su benevolencia y
su dureza en nuestra piel nos pone en contacto con nuestra fragilidad humana,
la Naturaleza y la fuerza de la vida.
8.- Para respetar la vida, evitando que proliferen los insectos y
tener que matarlos innecesariamente, debemos recoger después de las comidas,
tirar la basura orgánica, evitar que se acumule el agua en sitios y recipientes
y podar bien la vegetación.
9.- En vez de arrepentirnos del pasado o preocuparnos por el
futuro, debemos vivir plenamente el ahora y esforzarnos por no arrepentirnos
mañana. Aplicado a purificar el espíritu mediante la limpieza sería: “no dejes
para mañana lo que puedas hacer hoy”.
10.- Repartir y rotar la limpieza ente todos los miembros de la
familia ayuda a valorar lo que los demás hacen por nosotros. Comprender que nuestras
existencias dependen unas de otras nos ayuda a trabajar en equipo y a hacer las
cosas pensando en los otros.
Fuente:
De hecho cualquier otra tarea puede convertirse en un acto de
crecimiento de la consciencia; cocinar, ayudar con los deberes a nuestros
hijos, ducharnos, planchar la ropa, comer.
«NO SOLO NOS PARECERÁ DIVERTIDO LIMPIAR Y BARRER SINO QUE TODO ADQUIRIRÁ
UN SIGNIFICADO NUEVO.»
“¿No se cuenta acaso que uno de los discípulos de Buda encontró el
nirvana o liberación del sufrimiento, mientras estaba barriendo?”, recuerda
este monje del templo Komyoji (www.koumyouji.com)
de Tokio.
Para aplicar y aprovechar los consejos prácticas y las reflexiones
filosóficas y espirituales de Matsumoto, no hace falta llegar a tanto.
Tampoco es necesario ser oriental, ni budista, ni retirarse a un monasterio
zen, sino estar predispuesto a redescubrir la vida con una nueva mirada y
efectuar, bajo una actitud diferente, una de las tareas humanas más universales:
la higiene doméstica.
“Si limpiamos y ordenamos nuestra casa nosotros mismos, nuestra mente se
concentra en el presente, y en vivir el ‘aquí ahora’, una de las llaves de la
felicidad y éxito en la vida y el trabajo”, explica a Efe, el japonés Keisuke
Matsumoto.
Para el monje nuestro ambiente refleja nuestra mente y, donde existe desorden,
no hay serenidad. “Si una persona puede llegar a ser verdaderamente feliz,
incluso en un entorno desordenado, entonces debe ser Buda, es decir ‘un
despierto’”, bromea.
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