Yo comienzo la oración siempre por el silencio.
Pues es en el silencio del corazón donde habla Dios.
Dios es amigo del silencio y debemos escucharle porque lo que cuenta no son nuestras palabras sino lo que él dice, y lo que dice a través de nosotros.
La oración nutre el alma: lo que la sangre es para el cuerpo, es la oración para el alma.
Nos acerca a Dios, purifica y limpia nuestro corazón.
Una vez purificado el corazón podemos ver a Dios, hablarle y
Una vez purificado el corazón podemos ver a Dios, hablarle y
descubrir su amor en la persona de cada uno de nuestros hermanos humanos.
Si vuestro corazón está puro, vosotros seréis transparentes en la presencia de Dios, no disimularéis nada, y entonces le ofreceréis libremente lo que él espera de vosotros.
Teresa de Calcuta
No hay comentarios:
Publicar un comentario