“Si le preguntáis a un sabio: «¿Qué es Dios?», permanecerá en silencio, porque a esta pregunta sólo se puede responder con el silencio.
Sólo el silencio, el verdadero silencio, consigue expresar la esencia de la Divinidad.
Decir que Dios es amor, sabiduría, poder, justicia… es verdad, pero estas palabras no transmiten nada de su infinitud, de su eternidad, de su perfección.
No conocemos a Dios hablando o escuchando hablar de Él, Le conocemos cuando nos esforzamos por entrar dentro de nosotros mismos con el fin de alcanzar esta región que es justamente el silencio.
El silencio es la región más elevada de nuestra alma y, cuando alcanzamos esta región, entramos en la luz cósmica.
La luz es la quintaesencia del universo. Todo lo que vemos a nuestro alrededor, e incluso lo que no vemos, está atravesado, impregnado por la luz.
El objetivo del silencio es, justamente, la fusión con esta luz viva, poderosa, que penetra toda la creación.
Cuando nos fusionamos con esta luz, ya no nos preguntamos lo que es Dios y, menos aún, si existe.”
Sólo el silencio, el verdadero silencio, consigue expresar la esencia de la Divinidad.
Decir que Dios es amor, sabiduría, poder, justicia… es verdad, pero estas palabras no transmiten nada de su infinitud, de su eternidad, de su perfección.
No conocemos a Dios hablando o escuchando hablar de Él, Le conocemos cuando nos esforzamos por entrar dentro de nosotros mismos con el fin de alcanzar esta región que es justamente el silencio.
El silencio es la región más elevada de nuestra alma y, cuando alcanzamos esta región, entramos en la luz cósmica.
La luz es la quintaesencia del universo. Todo lo que vemos a nuestro alrededor, e incluso lo que no vemos, está atravesado, impregnado por la luz.
El objetivo del silencio es, justamente, la fusión con esta luz viva, poderosa, que penetra toda la creación.
Cuando nos fusionamos con esta luz, ya no nos preguntamos lo que es Dios y, menos aún, si existe.”
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