La reacción a lo que estamos viendo en la pantalla no se queda a nivel de cerebro sino que se extiende por todo el cuerpo. Esto se debe a que el cerebro envía una señal de alarma que activa el sistema nervioso autónomo a través del aumento de la producción de cortisol y adrenalina, dos neurotransmisores que provocan ciertos cambios a nivel fisiológico.
1. Tu corazón se desboca. Un estudio llevado a cabo en un grupo de jóvenes desveló que ver una película de terror provoca un aumento de 14 pulsaciones por minuto en el ritmo cardíaco. También se apreció un aumento significativo de la presión arterial. Además, los investigadores constataron un aumento de los leucocitos que circulaban por la sangre, así como una mayor concentración de hematocritos, como si el cuerpo estuviera respondiendo ante un agente agresor.
2. Comienzas a sudar. La conductancia de la piel es uno de los indicadores más antiguos de la activación emocional. En otras palabras: cuando tenemos miedo, sudamos. Investigadores de la Universidad de Wollongong analizaron la respuesta de un grupo de personas ante películas violentas y de terror y apreciaron que quienes son más empáticos suelen sudar más durante estos filmes, y no muestran señales de habituación.
3. Tus músculos se tensan. Una vez que el cerebro primitivo ha detectado un peligro y ha dado la señal de alarma, es difícil detenerlo, sobre todo si las escenas de terror se suceden unas detrás de otras y están acompañadas por esa banda sonora escalofriante. Investigadores de la Universidad de Ámsterdam han descubierto que en estas películas la música genera lo que se conoce como “reacción de alarma”, una respuesta simultánea de la mente y el cuerpo ante un estímulo repentino e inesperado que da lugar a una contracción de los músculos de brazos y piernas. Es por eso que durante una película de terror nos mantenemos constantemente a la expectativa, con los músculos tensos.
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