"Oh, Gran Espíritu, cuya voz escucho en los vientos y cuyo aliento le da vida al mundo,
óyeme. Vengo a Ti como uno de tus muchos hijos.
Soy pequeño y débil, necesito tu fuerza y sabiduría.
Déjame caminar en medio de la belleza y permite que mis ojos contemplen la puesta de sol roja y dorada.
Haz que mis manos respeten las cosas que has hecho y agudiza mis oídos al escuchar tu voz".
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