20 dic 2013

Satish Kumar: Entrevista por Vicente Carbona




Satish, ¿cómo definirías la espiritualidad? ¿Es algo que viene de dentro?
La espiritualidad no está dentro de mí, yo estoy dentro de la espiritualidad. Porque el espíritu es como el aire, está en todos los sitios. La palabra “espíritu” viene de spiris, que en latín significa respirar, así que respiramos la espiritualidad.

La gente piensa en la espiritualidad como si fuese un sistema específico de valores, o de creencias, pero la espiritualidad va más allá de cualquier sistema de valores o creencias, es la misma realidad en la que vivimos. Por eso, yo estoy viviendo en la espiritualidad, todos vivimos en la espiritualidad. Es algo que no puede ser definido, o medido, o analizado, sencillamente, ahí está. Cuando algo se mide, se convierte en un ejercicio intelectual.

¿Cuándo sentiste conscientemente que existía un espíritu que te guiaba?
Cuando era muy joven. Me llegó de mi madre y de su manera de ser. Ella era muy consciente de su sentido de la existencia, y lo comprendí sin necesitar una explicación intelectual. La manera en que ella vivía su vida, como en el presente constante, no en el pasado, no en el futuro, y todo lo que hacía tenía esa especie de cualidad del espíritu. Esto irradiaba de su ser, y en la manera en que se relacionaba conmigo y con mis hermanos y hermanas, o con cualquier ser, con las vacas y los camellos, hasta con las mariposas y las abejas... en cómo se relacionaba con los árboles, y los vegetales que cultivábamos, con las flores y el agua... En todas las relaciones existía una cualidad que era más que una cualidad material, más que una cualidad de posesión, de utilidad. Yo diría que mi madre fue mi primera maestra, de quien aprendí cómo uno puede estar en contacto con la profunda espiritualidad.

La iluminación a veces se describe como un camino. Pero ¿hubo etapas específicas en tu camino que marcaron tu viaje hacia la iluminación?
Yo lo llamaría realización en lugar de iluminación, porque iluminación es una palabra muy potente, y me es difícil atribuirme una palabra tan potente. Sólo los demás pueden determinar si una persona es iluminada o no. Pero el momento en que me realicé entendí que yo no soy un ser separado, que soy la historia de la evolución entera, que comienzo con el Big Bang. Eso fue determinante. Esa comprensión de la eternidad, desde el principio del tiempo, que existe en mí, está presente de una manera u otra. Las formas cambian, las fórmulas cambian, las apariencias cambian, pero lo que existe en mí estaba ahí en el primer instante del principio, si es que lo hubo.

También comprendí que las estrellas, la luna, las montañas, los océanos, la tierra y los seres humanos, y todos los animales y las plantas que viven sobre la tierra, están hechos de los mismos elementos básicos. De genes, electrones, protones y átomos, tierra y aire, fuego y agua... espacio y tiempo, luz... y conciencia. Este tipo de realización lleva al conocimiento de que estoy hecho de estrellas, es una interrelación. Y si yo existí en el principio, permaneceré hasta el final, de una forma u otra. No existe un ser sólido y fijo sobre el que pueda decir “éste soy yo”. Soy una formulación de muchas formas, viviendo en esa conciencia y en esa espiritualidad de interrelacionismo. Y dado que el “otro” no es sino yo mismo, y que yo no soy sino el “otro”, la compasión hacia el otro se convierte en algo natural, porque no siento compasión hacia otro ser, sino hacia mí mismo. Porque todo está en mí, y yo estoy en todo. Todos estamos en un estado de interrelación total, pero no nos damos cuenta, y creemos que yo soy diferente a ti, y un indio es diferente a un paquistaní, y un hindú es distinto a un musulmán, y un hombre es distinto a una mujer, y Satish es distinto a Juan, y así. Esta separación es una clase de ilusión, y esta ilusión se rompió en mí cuando estaba caminando sobre la tierra.

Caminé desde India a Paquistán, Afganistán, Irán, y por Europa del Este, Moscú, por Europa Occidental, París, Londres, y fui en barco a América. De Nueva York a Washington, D.C., fueron ocho mil millas de camino, de estar en contacto con la tierra, viviendo con los elementos, sintiendo las estaciones, sintiendo todas las conexiones, en las que me di cuenta de que no soy un ser separado, sino que soy parte de este universo interrelacionado, interconectado, totalmente dependiente. Y de la Tierra. Así que cuando estás andando sobre la tierra, la acción de andar es algo que te lleva a esa realización de la conexión fundamental.

Mi realización de la iluminación vino caminando por el mundo.

¿De qué manera Satish Kumar es una persona normal y corriente?
Como cuando tengo hambre, cocino cuando tengo hambre, cosecho alimentos cuando tengo hambre, y me meto en la cama y duermo cuando estoy cansado y el trabajo del día ha acabado, y hago todas las cosas que todos hacen, ya sean animales, seres humanos o cualquiera, con humildad. Ser ordinario es lo más extraordinario que uno puede hacer. En esa ordinariedad encuentro belleza, espiritualidad, unidad y conectividad. Y cuando como, percibo la comida como algo sagrado, y cuando respiro encuentro que el aire es sagrado, y sin embargo, la comida, y el aire, y el agua, y los rayos del sol, están disponibles para cualquier criatura viviente, y por eso yo soy tan ordinario como una mariposa, una avispa, una abeja, un pájaro, una montaña, un océano y cualquier otro ser humano. Ser ordinario no es un problema. Es la manera más bella de celebrar el milagro de vivir. La vida es ordinaria, pero sin embargo es extraordinaria.

Cada día llegan los rayos del sol, es absolutamente ordinario, pero decimos “qué día tan precioso”, y todos los días comemos alimentos, alimentos ordinarios, como pan y patatas, y nos sentamos a la mesa y decimos “qué delicioso”, y la comida ordinaria que comemos cada día nos trae esa extraordinaria felicidad. Pues para mí, ordinario y extraordinario son complementarios, van juntos, no hay diferencia.

¿Cómo se divierte Satish Kumar? ¿Te dedicas a los videojuegos?
No, no. Mi gran diversión es caminar. Camino cerca del mar en Inglaterra, camino por las colinas, por los páramos, las montañas, camino por los bosques, por las orillas de los ríos, y caminar me llena de felicidad. Así me divierto. Es cuando más disfruto, cuando me olvido del estrés, no me preocupo por la revista, por los artículos, por las citas, nada. Estoy fuera, en la naturaleza. Caminando.

Esto me viene de cuando era niño, porque a mi madre le gustaba andar, no le gustaba montar a caballo o en camello, ni en carro de bueyes. Me decía: “¿Te gustaría si el caballo quisiera montarte a ti?”. Tenemos dos piernas perfectamente buenas, y nos pueden llevar donde queramos. “Pero, no dispongo de tiempo”, le decía la gente a mi madre, y ella contestaba: “Cuando Dios hizo el tiempo, hizo de sobra, no te preocupes por el tiempo, que no faltará, no necesitas ir a la tienda para comprar tiempo. No necesitas una cuenta de crédito o dinero, para tener tiempo. El tiempo se te da gratis y abundante, es eterno; es sólo tu idea, en tu mente, decir “no tengo tiempo”, la verdad es que tienes eternidad.

Cuando me hice monje jainista siempre caminábamos. Los monjes jainistas no montan animales y no toman autobuses, trenes o aviones. Y luego caminé con Vinoba Bhave, que era un gran líder gandhiano, quien caminó por India unas cien mil millas, persuadiendo a los terratenientes de dar tierras a los pobres, y con él caminé unas diez mil millas. Caminé por la paz y por la ecología, pero también para disfrutar y divertirme.

No necesitas dinero, no necesitas nada organizado, sólo tienes que salir de tu casa y caminar, meterte en la naturaleza. Dejar el teléfono, internet, el ordenador y la televisión en casa y escaparte.

¿Qué piensas del sistema educativo occidental, especialmente del europeo?
En primer lugar, en países europeos, generalmente, el sentido de la educación se ha perdido totalmente. La educación, la palabra latina educare significa extraer, sacar, lo que está dentro del ser humano, como cuando tienes una semilla, y de esa semilla sale un árbol. La semilla contiene el árbol. Sólo necesitas tener las condiciones apropiadas para que la semilla se convierta en un árbol. De la misma manera, todo cerebro humano, toda alma humana, es la semilla.

Sin embargo, en la educación occidental pensamos que la mente es una cesta vacía, y la tenemos que llenar con más y más y más información, y la sobrecargamos con información desde fuera. Así que, en primer lugar, en Occidente tenemos que comprender el verdadero significado de la educación.

En segundo lugar, como he dicho, la espiritualidad es natural. No es algo que tiene que ser enseñado desde fuera. Debemos permitir que el niño mantenga su inocencia, y que no sea condicionado por nuestra agenda económica, social, política o ética. La sociedad condiciona la mente del niño, y destruye su inocencia. La verdadera educación es la que valorará y protegerá y celebrará la inocencia del niño. Y permitirá que el niño crezca y encuentre su propio, su verdadero potencial.

Todo el mundo es un artista. Un artista no es un tipo especial de persona; toda persona es un tipo especial de artista. Como otros han dicho, el Buda no es un tipo de persona especial, sino que toda persona es un buda potencial. Así que todos nosotros, los seres humanos, tenemos ese potencial, y el papel de la educación es desarrollar, liberar ese potencial. Es algo morfogenético, como una semilla que se desarrolla hasta ser un árbol; es como el florecer, el brotar, de un niño. Como cuando dejas que el niño sea lo que es y quien es, su verdadero ser.

Y si tienes esa idea, entonces los problemas que tenemos hoy en la educación, problemas de disciplina, de fracaso escolar, de violencia y acoso, muchos de ellos desaparecerán, o disminuirán, si permitimos que cada niño sea quien es. Y las escuelas no deben ser como las de hoy, hoy tenemos fábricas del conocimiento, en las que miles de niños son empujados y convertidos en algo que pueda encajar en el sistema económico. La educación debe estar diseñada a escala humana, y por eso ninguna escuela debería tener más que cien o doscientos niños, la educación debería ser ofrecida en una especie de contexto comunitario, la escuela debería ser una comunidad de niños, maestros y familiares, donde todos aprenden juntos, y permiten a los demás ser lo que y quiénes son. Y tu aldea, tu barrio, tu calle deben ser también tu escuela, porque en la comunidad todos aprenden de los demás.

Mi idea de la educación es más libre que la idea de este sistema escolar opresivo, cerrado, restringido, que tenemos. La educación debería ser especialmente al aire libre, más que en las aulas; yo preferiría ver a los niños en la naturaleza, para que aprendan del libro de la naturaleza, ¡ahí fuera está el libro del universo! Y si no sabemos “leer” un árbol, no sabemos leer una planta, entonces la única información que tenemos es la que otra persona ha escrito en un libro, y nos viene esa información de algún biólogo, o algún ecólogo. Todos los niños deberían poder leer el libro de la naturaleza y el libro del universo. Y el libro de la Tierra.

Yo preferiría ver una gran parte de la educación impartida al aire libre, para que la espiritualidad, la ética, las relaciones con los demás, vengan naturalmente cuando estemos en esa comunidad: la comunidad de la tierra y la comunidad humana. Ahí, pienso, la espiritualidad, el arte, la creatividad, la imaginación... éstas tendrán un mayor papel en la educación que los datos y la sabiduría académica.

¿Encontraste difícil adaptarte a Occidente?
Yo llevo aquí ya treinta años. He encontrado muchos grandes amigos, y esa enorme franqueza liberal, me gusta mucho. La influencia de la Ilustración, el pensamiento abierto. Pero lo que me causó un gran impacto fue el consumismo, el materialismo, el individualismo y el sentido de la propiedad, esto es mío y eso es tuyo. Encontré esto algo difícil de asumir, porque en India no tenemos un sentido tan pronunciado del individualismo, de posesión, de propiedad. Todo les pertenece a todos, es algo más orientado hacia la comunidad. Y de hecho, nada pertenece a nadie: nosotros nos pertenecemos; la tierra no nos pertenece, pertenecemos a la tierra, es casi un sentido opuesto al occidental. Al principio fue un gran impacto, pero ahora he aprendido a vivir con él.

Otro concepto fue el de que la economía lo domina todo, la educación, la cultura, la música, el arte, la poesía, la educación. Todo se mide por el éxito económico; si algo no tiene sentido económico, no vale para nada. Sin embargo, en India esto no sucede. Estas son las cosas con las que tuve dificultad.

A veces, el sentido indio de comunidad y de pertenencia también pueden contener algo negativo, y convertirse en algo sofocante. Por eso el individuo puede sentirse limitado dentro del contexto de comunidad; mientras que aquí sientes que existe más franqueza, más liberalidad, más tolerancia hacia tus excentricidades, tus hábitos o tus opiniones personales. Ese sentido de liberalidad es muy bonito.

Pero el concepto de la limitación del tiempo... aquí siempre vamos con prisa, como si no tuviésemos tiempo, y eso en India nunca lo he sentido. Allí el tiempo no se mide, como he dicho: el tiempo es infinito, es eterno, el tiempo viene, no se va. En Occidente, es distinto. Me siento mucho más estresado aquí.

No se puede negar que el paisaje en Occidente, aquí en Mallorca, por ejemplo, es muy bello, las montañas, y los árboles, y los ríos... y la cultura occidental, la música, el canto, la danza... todo es muy bello.

Y ahora, Satish, te pido unas palabras para los lectores españoles.
Mi mensaje sería que España tiene una cultura tremenda, que no se debe perder, porque viene de esta tierra y de esta historia, y esta historia es únicamente la de esta tierra y la de estas gentes. Ocurra lo que ocurra, la integración a la Unión Europea, los problemas de la globalización, no debería resultar en la pérdida de la cultura española y del genio español: estar arraigado en la tierra, la familia, la comida, el vino... Cómo vivir en un mundo globalizado, en el que todo se convierte en una monocultura, en el que todo se convierte en lo mismo, vayas donde vayas, la misma comida, el mismo McDonalds, Coca-Cola, arquitectura, vestimenta... Lo importante es mantener la diversidad de todas las culturas. Me gustaría que España mantuviese su identidad, su sentido de pertenencia a la tierra, en oposición a la globalización.

Lo que hace única a España es su diversidad, lo mismo que hace único al universo entero, la biodiversidad, la diversidad cultural y la diversidad de estilos de vida; no contradicen a la unidad del universo. Todos somos uno, uni-verso, pero dentro de ese uno, existe una tremenda diversidad. La unidad no es la uniformidad.

Me gustaría que los españoles sintieran esa unidad sin caer en la uniformidad, y mantuviesen el sentido de la diversidad sin caer en divisiones. Existe una gran diferencia entre diversidad y divisibilidad. Ahí está el secreto.

Satish Kumar es presidente de Schumacher UK, director de programas en Schumacher College, editor de la revista Resurgence, y autor de El Buda y el terrorista (2005, edicionesi), y Tú eres, luego yo soy 

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