12 oct 2009

Cuento: El religioso y la prostituta


UNA VEZ VIVÍA UN RELIGIOSO ante la casa de una prostituta. Ambos murieron el mismo día. El religioso se disponia ingresar al cielo, pero le dijeron, NO, el alma de la prostituta había de subir al cielo, y la del religioso había de bajar al infierno.

El religioso estaba muy desconcertado. No dejaba de preguntarse: “¿Qué ha pasado? ¿Es un error? reclamaba ¿Por qué un religioso al infierno? ¿No era un error? y la prostituta al cielo? no cabe duda hay un error aqui, reclamaba,

El angel encargado de la puerta dijo: “Era un religioso, en efecto, pero envidiaba a la prostituta. Siempre pensaba en las fiestas que organizaba en su casa y en los placeres que se disfrutaban allí. Las notas de la música que llegaban hasta su casa lo afectaban en lo más hondo. Ningún admirador de la prostituta que la contemplase sentado ante ella se conmovía tanto como él, que escuchaba los sonidos que salían de la casa de ella, las notas de los cascabeles que ella se ponía en los tobillos para bailar. Toda su atención estaba centrada en aquel lugar. Aun cuando adoraba a Dios, tenía atentos los oídos a los sonidos que salían de casa de ella, su mente estaba alli permanentemente.

“¿Y la prostituta? Mientras languidecía en el pozo de la desgracia, siempre se preguntaba por las bienaventuranzas desconocidas en que vivía el religioso. Cuando lo veía cargado de flores para el culto de la mañana, ella se preguntaba: “¿Cuándo seré digna de llevar flores para el culto del templo? Soy tan impura que apenas tengo valor para entrar siquiera en el templo.”

El humo del incienso, el brillo de las lámparas, los sonidos del culto, arrebataban a la prostituta y la hacían caer en una especie de meditación, de lo que no era capaz el religioso.

La prostituta siempre soñaba con la vida del religioso, y el religioso siempre anhelaba los placeres de la prostituta.”

Tienen razon cuando dicen que el habito no hace el monje...... Tal vez, lo que cuenta no es lo que dicen los labios, sino lo que dice el corazon..... Y las cosas llegan al corazón cuando salen del corazón

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