"Que sentido tiene correr cuando estamos en la carretera equivocada"
Nosotros ya estamos viviendo en dos mundos. Un mundo va adelante por inercia desde el pasado, igual que un gran yate sobre las aguas del mar, mientras que el otro mundo avanza hacia lo desconocido, como un niño que se adentra en un bosque por primera vez. En las primeras páginas de los diarios y en los noticiarios de la noche, el primer mundo se lleva la mejor parte. Una nueva crisis hace más agudas las de ayer en África o en el Medio Oriente. Una nueva emergencia humanitaria atenta contra una sociedad distraída y distante. Una guerra reemplaza a la otra.
A pesar de que estos eventos se repiten de modo similar, constituyen las noticias del mundo, tal y como nos las ofrecen los medios de comunicación. Este mundo de inercia y de falta de cambio es engañoso. Más allá de las noticias que trae consigo la crisis, está surgiendo otro mundo. El primer mundo es un bastión sólido y parece inexpugnable, aunque detrás de éste la gente comienza a no sentirse ya protegida.
A pesar de que estos eventos se repiten de modo similar, constituyen las noticias del mundo, tal y como nos las ofrecen los medios de comunicación. Este mundo de inercia y de falta de cambio es engañoso. Más allá de las noticias que trae consigo la crisis, está surgiendo otro mundo. El primer mundo es un bastión sólido y parece inexpugnable, aunque detrás de éste la gente comienza a no sentirse ya protegida.
Las personas empiezan a soñar en una vuelta a la conciencia, una revolución que basta con evocarla para que se inicie. Los hechos, los eventos materiales, no son más que la pantalla de la conciencia. Prestarle atención sólo al mundo de la inercia y de la falta de cambio es como regodearse en una ilusión. La imponente marcha anual del ejército soviético de 1980 en la Plaza Roja no hacía presagiar que el sistema comunista estuviera a punto de colapsar. Armas, guerras, desastres ecológicos, avidez y corrupción desenfrenadas, ciudades con rascacielos que surgen como setas, un diluvio de pesticidas y contaminación, montones de refugiados que se desplazan sin patria y sin meta, regímenes tiránicos que desprenden violencia sin control, pandemias: son fruto de una conciencia estúpida e incapaz de recuperarse de los problemas que ella misma ha creado.
Por fortuna, el segundo mundo, el mundo del cambio oportuno, está preparado para salvar al primer mundo. Los que no tienen nada, casa, riquezas, seguridad, se están levantando y su demanda de prosperidad no se puede contener. El materialismo ha alcanzado su apogeo histórico y se debilitará o se autodestruirá a través de una aceleración hacia la degradación ecológica. Desde el punto de vista del primer mundo, hay problemas tan preocupantes e inminentes que la respuesta de los gobiernos ha sido la de mirar a otro lado, o llevar a cabo reformas poco más que simbólicas. Desde la perspectiva del segundo mundo, no sorprende que los gobiernos estén bloqueados, porque no se puede esperar que las políticas que han causado la expoliación de la Tierra puedan ahora regenerarla, independientemente de lo que se decida hacer o no hacer. .
Para mí, éste es el punto más profundo y sobresaliente. Cuando un ama de casa americana va en coche al supermercado, compra comida refinada y procesada empaquetada de forma brillante, tira la basura y rocía un bote de insecticida para matar a los áfidos de las rosas del jardín, ninguna de sus acciones le parece destructiva, está simplemente realizando las acciones habituales que forman parte de su búsqueda de la felicidad. Pero una felicidad basada en los residuos, sustancias tóxicas, combustibles fósiles y consumismo, el paraíso que todos hemos estado persiguiendo desde finales de la Segunda Guerra Mundial, es insostenible.
Todavía podemos permitirnos las sólidas fuerzas militares que sirven para mantener callado al 90 por ciento de la humanidad de modo que el privilegiado 10 por ciento pueda difundir la actual visión del mundo. Pero, una vez aclarado esto, el futuro parece terrible. Por eso, este e-book llega como una ayuda para conseguir un cambio consciente que vaya más allá de la superficialidad del pesimismo o del optimismo, y que propone en su lugar un nuevo modo de buscar la felicidad. Sin duda alguna, el anticuado mundo del materialismo está cada vez más encaminado a la infelicidad, a través de la contaminación, la superpoblación, la falta de comida y agua, la pérdida de los hábitats naturales: un consistente porcentaje de la población mundial ya está experimentando esta escasez.
Un oportuno cambio a través de un giro en la conciencia nos puede llevar a un nuevo modelo de felicidad basado en los principios de la más alta conciencia. Aquí se habla de un nuevo mundo que hay que construir basándonos en la realización interior. Un mundo similar es posible, y, en efecto, ya está naciendo en los corazones de millones de personas.
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"Tenemos que escapar de la interminable lucha de mayor, mejor y mas"
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